Crónica de un CIENTOUNERO por Quiquiners

QUIQUINERS:

“Por fin llego a la meta. No siento de ningún modo la sensación de haber logrado nada. Lo único que hay en mi cabeza es la sensación de alivio de no tener que correr más”. (Haruki Murakami, 2007. De qué hablo cuando hablo de correr. Tusquets ed.) Esto fue lo que sentí al cruzar la meta el pasado domingo después de recorrer los 101 km. de Ronda. Alivio, un alivio infinito para mis pies, para mis músculos y también para mi cabeza. No debía seguir, no tenía más que andar. Se acabó. Fin del sufrimiento. Orgulloso, emocionado y con unas ganas enormes de contar la experiencia más maravillosa, deportivamente hablando, que he sentido jamás. Y aquí tenéis un pequeño esbozo, para quien quiera sacar provecho. Empecemos pues desde el principio.

Los meses previos de preparación han sido duros. He buscado información en muchos foros, y os puedo asegurar que en nuestro club tenemos todo lo que necesitamos para afrontar una prueba de este tipo. Y os explicaré el porqué.

En el plano físico, las salidas al monte, base del entreno, las debiera haber hecho más largas y alternando caminar con correr. Pero esto lo sé el día siguiente de haber terminado. Realmente no tienes tantas ocasiones para correr en la carrera, salvo que seas élite. Como podéis imaginar, no es mi caso. Y al final debes acostumbrar a tu cuerpo a estar muchas horas caminando y trotando. Aquí mención especial para Pacocorrer por “sacarme de la cama” muchos domingos para irnos al monte.

Otro aspecto básico es la alimentación y la hidratación en carrera. Gracias Jesús (Susje) por tus consejos en esto. “Alternar salado con dulce” me dijo un día. No os podéis hacer una idea cómo algo tan sencillo se convierte en algo tan agradable. En otra ocasión me dijo, “Llévate algo de casa: un sándwich partido en cuatro, barritas, dátiles,…” La explicación es sencilla: cuando llevas horas comiendo plátanos y naranjas, reconocer sabores que te son familiares, de tu casa, que compartes con tus hijos, que preparas con tu pareja,… es un subidón extra de motivación. Y en los 101, motivación no debe faltar. Tampoco agua. “Bebe y come aunque no tengas ganas”, otra de Jesús. Pues no sabes la de veces que te hice caso, amigo.

Por último tenemos la fortuna de contar en nuestro club con un verdadero correcaminos, Antonio, quien un domingo de campo me enseñó que lo importante está en la cabeza, a controlar tus sensaciones, a buscar tu sitio en la carrera, que debía ser consciente que cualquier pequeño detalle te podía dejar fuera. Gracias Antonio por todo ello.

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Ya tenemos la previa, pues vayamos a la logística. No te hace falta ni la mitad de las cosas que preparas. Así que al final no contraté al sherpa. Pero eso lo dejo para cuando vayamos a preparar la próxima, jajaja. Pasemos, con vuestro permiso, a lo importante:

 

 

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SÁBADO 11:00 h. Km. 0. Campo de Futbol de Ronda. Vivas legionarios y cohete de salida. Vellos erizados en los brazos, un nudo en la garganta e intentando controlar las lágrimas. Te acuerdas de muchas personas que te han ayudado para llegar a este día. Pero ahora estoy con Álex, y dos amigos, ambos llamados Antonio. Tras desearnos suerte y hacernos la foto de rigor con el borrego legionario, comenzamos. Las calles de Ronda son un hervidero. Hay gente por toda la ciudad. Me recuerda a Semana Santa esperando ver pasar una procesión. Me vengo arriba al pensar en mi Archicofradía, y mi cabeza me dice que tranqui colega, que llevamos 1km.

SÁBADO 15:00 h. Km. 23. Parada a comer en el campo de tiro de las Navetas. Álex y los dos Antonio ya van delante de mí. No quiero arriesgar en ir a un ritmo que después lo pague. He decidido acabarla y seré muy conservador. Hay tanta gente, que como diría Antonio correcaminos, parece una romería. Apenas puedo trotar en algunos tramos. El calor aprieta de lo lindo. La camelbag difícilmente me llega de un avituallamiento a otro. En la comida, aparte de sándwich, daban coca cola y donuts. Me siento a descansar un poco y cambiarme por primera vez los calcetines. La chispa de la vida me refresca sobremanera. Tras encender el móvil y hablar con casa, mis hijos me graban un mensaje de audio de ánimo y cariño. No os podéis ni imaginar cómo fueron los siguientes kilómetros: estómago lleno, coca cola fresquita, subidón de cariño y música de Semana Santa en el mp3. No me paraba nadie.

SÁBADO 17:00 h. Km. 33. Subida a la Fresneda. Los pequeños detalles marcan en ocasiones el devenir de los acontecimientos. Y esto me ocurrió en la primera gran subida de la carrera. Tuve que ayudar a un marchador que le había dado un bajón. Estaba mareado, tumbado a la salida de una curva. Le pedí a otro corredor que venía tras de mí que avisara a una persona de Protección Civil que estaba a mediación de la subida, y me quedé mientras llegó. El marchador corría sólo y esto me hizo pensar que debía ir acompañado. Si no, las dificultades se multiplicarían; aunque sólo fueran para ayudas de emergencia.

SÁBADO 21:30 h. Km. 57. Cena y cambio de mochila en Setenil de las Bodegas. El trayecto entre el fin de la subida a la Fresneda y Setenil de las Bodegas te permite trotar. Una larguísima recta de arena blanca se me hace interminable, pero insisto en trotar todo lo que pueda. Justo cuando adelanto a tres marchadores, me paro a atarme las zapatillas. Y los tres iban andando y riendo. Me apetecía reír, y ya estaba cansado de correr. Así que sería el km. 48 cuando dejé de correr, y ya no lo volví a hacer hasta la línea de meta. Mis compañeros de viaje, dos sevillanos de Alcalá de Guadaira y un algecireño. Los tres no iban a correr ni un metro. Tres luchadores más en la larga lista de cientouneros. Con ellos llego a Setenil. El pueblo nos recibe adormilado en su entrada serpenteante por casas cuevas, pero tras cruzar el río que atraviesa el pueblo, llega la fiesta. Terrazas de bares llenas de personas animando. Por un momento pensamos que íbamos primero. ¡Qué subidón! Paramos a comer y coger el cortafrío. Ya anochece en la sierra gaditana. Yo aprovecho para hacerme una cura de urgencia en las ampollas de los pies y me cambio de calcetines. Me tomo un ibuprofeno para intentar que no aparezcan dolores.

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DOMINGO 1:00 h. Km. 75. Cuartel de la Legión en Montejaque. De los dos sevillanos, uno se adelanta. Su novia le había dado una sorpresa presentándose en Setenil y tenía ganas de llegar a Ronda para reencontrarse con ella. Y el algecireño empieza a perder paso por los dolores. Nos pide que sigamos, que él piensa llegar pero a su ritmo. Nos promete que no abandonará. Así que junto a Juan, el otro sevillano, llego a Montejaque. El cuartel nos recibe en el silencio de la madrugada, pero el comedor vive un bullicio inexplicable. Tras coger mi bandeja de comida, me giro y veo a Alex y a su amigo Antonio sentados en una mesa. ¡Qué alegría más grande! Reconocer una cara familiar entre tantos desconocidos es otro momento eufórico. Cenamos los cuatro juntos. En mi caso, la hamburguesa horriblemente más sabrosa del mundo. El sevillano quería no demorar mucho la marcha, así que nos despedimos con la promesa de que nos veríamos en meta. Creo que acerté en la decisión de quedarme junto a Alex y a Antonio, y ahora os daréis cuenta del porqué, además entre uno de Sevilla y otro de Ciudad Real (guiño al miarma), no hay color.

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DOMINGO 8:20 h. Km. 101. Línea de meta en Ronda. Tras intentar arreglarme nuevamente el desaguisado de los pies, nos ponemos en marcha. Álex y Antonio también están sufriendo bastante con las ampollas. Les ha cortado el ritmo que llevaban y han decidido ser más conservadores. Pues aquí comienzan los 25 km. más duros a los que me he tenido que enfrentar nunca. Siete horas para recorrer 25 sufridos kilómetros. Para empezar la subida a la ermita de Montejaque. Por un momento creíamos que la iglesia estaba en el cielo literal. Pensábamos que era el último repecho, y aparecía otro. Pues si dura fue la subida, no os digo nada con la bajada. Empedrada, con un desnivel descomunal y en zigzag. Estaba hecha a capricho. Nos reíamos pensando en esas devotas del pueblo subiendo a diario a la ermita, y en sus musculosas piernas. Enciendo el móvil porque necesitaba sentir el calor de casa, y veo dos llamadas perdidas: una de mi hermano (él participó en duathlon, y ya estaba nervioso por mí), y la otra de Mami (gracias mil, amiga). El “guasa” del running Primeguis pregunta por nosotros, y me veo obligado a contestar. No, ésta no es la expresión correcta. En realidad, necesitábamos vuestro apoyo. Voy leyendo en voz alta vuestros mensajes. Gracias Husky, José, Jorge, Chema, Mónica, Litri, Bandío, Fer, Miguel y un largo etcétera. Todos nos pusisteis la piel de gallina con vuestros ánimos. Álex me regaña por leer el guasa mientras bajamos, y tiene razón porque un piel mal puesto en una piedra hubiera supuesto un esguince y dejarme fuera de carrera. Apago el móvil y a seguir con la tarea.

En Benaoján nos esperan los padres de Álex. Vaya palizón se dieron esta familia por estar junto a su hijo. Nos venimos arriba. Yo no les conocía pero eso importaba poco. Ellos estaban felices y yo con ellos. Los siguientes kilómetros hasta la entrada a Ronda se hicieron interminables. Pero nosotros llevábamos a un tipo genial. Antonio, el amigo de Alex, nos impuso el ritmo al que debíamos de ir. Fue regular, sin tirones, mirando de reojo por si Alex y/o yo le seguíamos, y empezamos a adelantar a muchos marchadores. Lo malo es que nuestros pies no nos permitían correr donde podíamos, así que en las bajadas nos recortaban lo que ganábamos en las subidas. Tampoco importaba mucho la posición, la verdad sea dicha.

Kilómetros rompepiernas nos separan de Ronda, pero en el amanecer de la mañana nos encontramos a la ciudad del Tajo al fondo de nuestra vista. Sabemos que Chema y Natalia nos están esperando. ¡Qué grandes! Álex me habla de ellos maravillas. No hace falta que me diga más: si dos personas pasan una noche sin dormir para esperar a tres locos en un desafío personal, es que deben ser buena gente. Comenzamos la temida cuesta del cachondeo por el mismo Tajo. Aunque, a decir verdad, no llega a ser tan temida. Veníamos muy motivados, cantando el himno legionario El Novio de la Muerte, con la bandera primeguis desplegada ya, y para colmo a mediación de la cuesta se oyen gritos: “venga esos primeguis buenos, mucha fuerza esos verdes,…”. Natalia y Chema se rompen en ánimos hacia nosotros. Somos la envidia de todos los marchadores que nos acompañan. Henchidos de orgullo subimos a tren, al mismo ritmo que Antonio nos ha traído hasta Ronda. Ya nos sabíamos ganadores.

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Tras cruzar el puente del Tajo, se divisa ya el bullicio de la línea de meta. A reventar de personas, a pesar de lo temprano de la mañana. Me cruzo con los sevillanos a los que agradezco su compañía. Al algecireño lo veré después en meta. Me alegro por ellos porque fueron grandes amigos de fatiga.

 

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Nos acicalamos, y decidimos entrar en meta corriendo, porque somos corredores. Desaparecen los dolores. Nos sentimos triunfadores. Nunca he recibido tantos aplausos. Emocionado por la proeza, por mi hermano y Antonio Rubio en la barrera rompiéndose las manos en aplaudir, por Alex y sus padres al otro lado abrazados a él, por Antonio García, un crack de persona. Consigo no llorar aunque la estampa invitaba a ello. La medalla me fue entregada por el cabo Primero Moreno de la Legión, no se me olvidará nunca. No le di un beso por miedo a perder la dorada presea.

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Las lágrimas salieron en la camilla del podólogo mientras me hacía la cura de urgencia. No sé si por el dolor de los pies o por el éxito conseguido. Igual da. También es de hombres llorar.

AGRADECIMIENTOS: Al club Primeguis. Sin vosotros no hubiera sido capaz de entrenar como entrené. A todos los cientouneros y cientouneras que encuentras por el camino y del que se aprende tanto. A la Legión entera, por ellos la palabra gracias fue la más repetida en esta odisea, y por hacerlo más fácil. A Antonio Rubio y mi cuñado/hermano Rafa, por motivarme con batallitas de pasadas ediciones. A Natalia y Chema por ser el lucero del alba en la mañana rondeña. A mi hermano, quien me metió el gusanillo de los 101 hace 8 años y, que sí Rodrigo, que el año próximo te quitas la espinita de marchador, y te acompaño. A Álex y Antonio, mis compañeros de fatiga por tirar de mí, por escuchar mis batallitas de abuelo cebolleta, por compartir el sufrimiento. Y por último, agradecer a los primeros: a mi familia. Mis hijos Álvaro y Carmen, lo mejor de mi vida. Ojalá puedan aprender que con esfuerzo y sacrificio se consiguen los mejores premios en esta vida; y a mi mujer Amparo, sin la cual no hubiera llegado. Gracias por tu sensatez, tu apoyo incondicional, y por todo lo que aprendo cada día a tu lado.

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15 Respuestas a “Crónica de un CIENTOUNERO por Quiquiners”

  1. Muchas muchasss felicidadesss, ya está hecho, comparto las palabras de Murakami, es una sensación que me ha pasado en multitud de carreras, especialmente las más duras. Y ahora síii, bienvenido al mundo de los cientuneros!!!

  2. Estupenda crónica Enrique, el gusanillo de los 101 del año que viene no hace más que crecer, y crecer. Enhorabuena

  3. Si señor vaya cronica Enrique.Eres grande Enrique fisicamente pero mas sentimentalmente gracias por compartir esta experiencia que me ha echo saltar las lagrimas.Enhorabuena CAMPEON.

  4. Enhorabuena, que crónica mas bonita me has puesto la piel de gallina y un par de lagrimillas. Enhorabuena también por tus 101, increíble, que fortaleza. Ahora tocará descansar, no???

  5. Enhorabuena Enrique! Lo has conseguido, todo esfuerzo tiene su recompensa. Y tú lo has demostrado con la crónica tan completa! Ha sido magnífica! !!!!!! Un abrazo!

  6. Enrique los vellos de punta me has dejado, la crónica más bonita de todas las q he leído… Y dos cosas he aprendido mezclar dulce y salado y q todo con perseverancia se puede lograr… El año q viene si ,las circunstancias lo permiten me encantaría poder hacer esos 101kms…

  7. Enrike vaya crónica ke te has marcado,como dices llorar también es de hombres y no me e podido aguantar al leerte!!!
    Vaya manera mas bonita de narrar la proeza de conseguir acabar esa carrera!!….has conseguido meternos el gusanillo en el cuerpo para el siguiente año!!
    Eres todo un campeón, eres un puto crack compañero!!!….un abrazo amigo y enhorabuena!!!

  8. ¡ENHORABUENA CAMPEÓN! Conmovedor tu relato.
    Enrique has conseguido trasmitir no sólo el esfuerzo para lograr tu hazaña sino la sensibilidad con la que vives y captas la vida. Mil bss

  9. ESPECTACULAR. Enhorabuena por tu esfuerzo y dedicación. Magnífica crónica de una mejor persona!!!

  10. Kike, lo de ustedes es simplemente de sombrero. Pero de sombrero de ala ancha como la Maestranza de Sevilla de grande, miarma. Joder, solo de pensarlo me entran agujetas y dolores por to sitios.
    101 FELICIDADES Y ENHORABUENA, CRACK 101

  11. Hasta hoy no habia tenido tiempo de sentarme unos minutos a leer las crónicas que tanto me gustan y no te exagero Enrique, que me he echado a llorar directamente!!! Quizas porque soy una blandengue o quizás porque yo no pude terminar lo que vosotros habeis conseguido con tanto teson, que es cruzar esa linea de meta pero si que hice muchos kms hasta el cuartel donde me quedé, y expresas exactamente lo que es hacer un 101!!! No se trata solo de tu resistencia fisica o mental, que es quizas la mas importante de las dos, sino esas emociones de pasar largas horas con gente que no conoces de nada y que en 24 horas son como de tu familia!!! Enhorabuena por tu cronica y sobre todo por haber disfrutado «con dolor» esta dura prueba que os hace mas grandes de lo que ya erais!!!! Enhorabuena!!!!

  12. Enhorabuena , lo vuestro es tremendo afrontar una prueba de esa dureza y terminarla, FELICIDADES ahora a disfrutar de la hazaña.

  13. Felicidades, lo has conseguido. Además, doblemente afortunado por hacer Maratón de Málaga y 101 en la misma temporada. Enhorabuena!!!!

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