Unas vacaciones en Bilbao ha hecho posible, sin pensarlo, el poder disfrutar en una de esas carreras que dicen, se deben hacer al menos una vez en la vida, la Behobia – San Sebastián de 20 km + 200m.
Tras conseguir dorsal a mi nombre y con la mínima preparación, me planté el domingo 12 de noviembre de 2023 en San Sebastián, con mi queridísima mujer y mi bebé Noemí de 3 meses 🍼
Un Euskotren y el bus lanzadera nos llevó a la salida en Irún. Allí me encontré un ambiente y organización envidiable. Casi 30.000 corredores, repartidos en 19 salidas distintas (la número 13 la mía, 50 minutos después de la primera). En zona de salida decenas de aseos, puntos de agua, autobuses continuos, grupos de salidas, pantalla gigante y mucho público.
Durante los 30 minutos andando a la salida desde el punto de reunión que me correspondía se asomaba la lluvia a ratillos tímidamente. Comenzamos de subidón pero como siempre con cabeza a ritmo sostenido. Aunque disfrutar es siempre lo importante, también pensaba si podía seguir la liebre que tenía de 2 horas.
En segundo km llegan las primeras cuestas, pasando el alto de Arretxe en km 3.5. Ya en bajada, en el km 5 alcanzo a la liebre, voy bien así que sin pensarlo la adelanto y continuo. Voy chocando las manos de niños y algunos no tan pequeños, ya sea subiendo o bajando (no hay muchos llanos). El km 7 es el más difícil, el del alto de Gaintxurizketa. Pasamos por algunas bandas de música, como la del pirata, allí estaba con su bandera sobre km 9.
Casi sin darme cuenta pasamos por la mitad. Voy bien, fuerte, dando las gracias a algunos de los tantos aficionados que se dejan sus gargantas animándonos. Me doy cuenta que estoy para bajar de 1h55′ llegando a Errenteria. Después de una zona de respiro, subida dura a Capuchinos para una posterior bajada con preciosas vistas al puerto marítimo. En el 15 entramos a San Sebastián. Comienza a chispear de nuevo pero no va a más.
Posteriormente llegamos al alto de Miracruz. Una subida continua en la cual ya se va viendo a numerosos corredores andando. Subo aún con fuerzas e hidratandome bien en los numerosos avituallamientos que hay por todo el recorrido. Cientos de vasos de cartón esperándonos. Km 18. Subo una marcha en la bajada la cual iría aumentando hasta el final, siendo los 3 últimos kms, los 3 más rápidos.
Esa sonrisa que va apareciendo continuamente con el formidable público, ya no se puede borrar en los instantes finales. Entro a meta dando un salto, acordándome de mi pequeña y de mi ángel partícular, ese que me dio una segunda vida hace ya, más de 18 años.
El tiempo, sin ser demasiado importante, se para en un sorprendente 1h52’07».
En breve me reuno con «mis chicas» y continuamos las vacaciones con los pintxos, la playa de La Concha y mucho más. Ya con tranquilidad veo los mensajes recibidos de ánimos y de seguimiento de tantos Primeguis, siempre presentes en cada carrera. El cansao y la tortuga se dejaron ver por El País Vasco.
LA BEHOBIA, simplemente, PARA NO OLVIDAR.